sábado, mayo 23, 2009

Frente al espejo, en la casa del viento fulgurante...


Ese asombroso descubrimiento al verte en el espejo es lo que te llega al recodó más profundo del ser, ese ser uno mismo que ya no lo eres como antes, sino como ahora. Y que, de forma paradigmática, ya no serás más pero que a su vez siempre lo has sido, como tu pelo negro o rubio o marrón o el color que sea para dejar de ser y volverse gris y más gris al descubrirlo.
Si viejo, el tiempo pasa.
La vida es tan longeva como el tiempo perdido, lento tránsito hacia aquello que nos sorprende cuando nos damos cuenta. Mortales. Verdes Mortadelas. Bailando el juego de no saber jugar.
Miro mi pasado y me pregunto: ¿Cómo he logrado llegar hasta aquí?
Aunque un logro no tiene que ser necesariamente un hecho meritorio, simplemente la constatación de seguir viviendo ya es algo demasiado enorme…
Hoy, frente al espejo en la casa del viento fulgurante, como varias ocasiones en esta vida de tiempo que ya fue, me encuentro sin respuestas y sin sonrisas…
Entendí que crecer no siempre es carcajada y que el gris en crescendo me sienta bien.

Sereverde.