miércoles, mayo 24, 2006

Desde mi centro, el sofá...

Recuerdo haber sentido el estupor causado por la pasión encontrada en alguien nuevo en mi vida, quizá en una mirada pasajera, en alguna estela de perfume extraviada en el éter, en alguna caricia recibida sin ser tocado o simplemente depositada en algún gesto concupiscente por parte de aquella tal o cual, que aun no he besado y nunca lo haré.
También recuerdo haber chocado contra eso que no se ve y que es mas duro que una pared construida por los Incas, algo así como un rotundo “No” que limita toda reacción de mi parte y que se instala de forma tenebrosa en lo mas profundo de mis inseguridades.
Y recordé muchas cosas mas y mas y mas...
Hoy cuando sentado en el sofá de mi casa, dispuesto a viajar estando cómodo y sobretodo quieto, divagué pensando y sintiendo sobre mi pasado (algo parecido a reflexionar, pero aun no he llegado a tal punto de perfección) ... y en ese divague vislumbre que todo encontraba su espacio, como si se tratara de un juego mágico donde cada pieza se ubicaba perfectamente, y que en definitiva, todo estaba detrás de lo que soy, un absurdo signo de superación que nunca poseí me había sorprendido de una bofetada. Con este “pensa-sentimiento” llegue primeramente a sonreír e inmediatamente luego entendí otra cosa... que si moría en ese instante esa muerte seria grata, que nada podría o pondría en lo que soy (o sea, eso que también fui), ninguna cuota de insatisfacción por el hecho de no haber logrado hacer algo que alguna ves quise y no pude o no supe hacer. Mire dentro del ver y note que todo estaba y esta bien.
Por primera ves en mi corta vida encontré eso que escuche por ahí decir que existía y que suelen llamar “Paz”. Era lo mas parecido a eso que no conocí nunca antes y que dudo que vuelva a sentir.
Mas luego, me sentí orgullosamente afortunado, dispuse mirar todo con otros ojos, trate por escaso que fuera el tiempo, en preservar ese gozo dentro de mi pero... “siempre hay pero-s” apareció eso que bien podría llamar error.
En este caso era el vecino que me pateaba la puerta de entrada y al mismo tiempo que gritaba desenfrenado “... baja la música que no puedo dormir la siesta...”
Y ahi recien... me di cuenta que tan solo estaba abducido una ves mas en el sofá de mi casa. Y que nada dura mas que eso, solo un instante mágico, una hermosa vida precoz.
Baje la música (a modo de negocio entre el señor error y yo, su error) y todos contentos.
Al final decidí morirme en otro momento porque ahora no tenia tiempo para ello, ya que quise volcar todo lo sucedido, en estas monótonas líneas, para así simplemente seguir existiendo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lástima que el instante mágico te lo aniquilara el vecino... Yo suelo enchufarme los cascos, ausencia total del resto del mundo, solo el pálpito de mi corazón y aquello que me transporta a un lugar, sin peros, ni errores, ni problemas... solo yo y mis "pensa-sentimientos"
Un placer lerte también a ti.
Un beso de mis ojos verdes.

Pablo G. dijo...

que gran sensacion cuando uno flota consigo mismo sin importar el entorno